El tema de qué y por cuánto tiempo pueden recordar los bebés y los niños pequeños, ha cautivado a los científicos por décadas. Gracias a investigaciones fascinantes, ahora sabemos que mucho sucede en el cerebro de los bebés, incluyendo la habilidad de recordar, la cual comienza desde el vientre de la madre.
Estudios en mujeres embarazadas muestran que la memoria, en su forma de reconocimiento, empieza antes del nacimiento del bebé cuando puede reconocer cosas como el sonido de la voz de la madre o canciones de cuna que ha escuchado varias veces.
Otras investigaciones de la psicóloga Carolyn Rovee-Collier, han puesto la memoria a prueba poniendo bebés de espaldas debajo de un móvil colgante. Los investigadores luego sujetaron el móvil a los pies de los bebés con una cinta para que cuando lo patearan se moviera. Después, los investigadores pusieron a los mismos bebés bajo el mismo móvil, pero sin sujetar la cinta. Descubrieron que hasta los bebés de 2 meses recordaban patear, aún hasta dos días después. Los bebés de 6 meses lo recordaban hasta dos semanas después.
Lo que este estudio y muchos otros han encontrado es que durante el transcurrir de los años del bebé y su infancia, los niños son capaces de formar recuerdos y de retenerlos por periodos de tiempo que van incrementando (estimulados por la exposición repetida).
Hacia el final del primer año, la imitación, la permanencia del objeto, y la ansiedad por separación están en pleno vigor a medida que los bebés aprender a imitar acciones específicas y a entender que las cosas existen a pesar de que no poder verlas (incluyendo a mamá y papá, por eso sus lágrimas cuando no están a la vista). Los niños pequeños también recuerdan eventos específicos. Te asombrarás cuando tu niño de 22 meses señale la heladería que visitó con la abuela hace dos meses y diga “abu”.
Por qué los niños eventualmente olvidan los primeros años
Si bien la memoria de los pequeños es bastante impresionante, los detalles y eventos de sus primeros años van desvaneciéndose a medida que van creciendo. En la adultez ya no los recuerdan para nada. Denominada “amnesia infantil”, algunos expertos culpan este fenómeno de olvidar ser un bebé o un niño pequeño al simple hecho de que el área del cerebro que almacena los recuerdos conscientes a largo plazo no se desarrolla completamente sino hasta más tarde en la niñez.
Otros expertos vinculan el hecho de olvidar nuestras experiencias más tempranas porque suceden antes de que el lenguaje se haya desarrollado completamente. Los recuerdos sobre los eventos de la vida son autobiográficas, o historias que nos contamos a nosotros mismos. Por ende, argumentan que no podemos recordar un evento que sucedió antes de poder contarnos una historia acerca de este.
Lo que los pequeños no olvidan
Si bien no podemos recordar conscientemente nuestros primeros años, hay otro tipo de memoria bastantemente importante que sí llevamos con nosotros a la adultez: El inconsciente, recuerdos “implícitos” de cómo hemos aprendido a ver el mundo.
Usualmente, la memoria implícita se refiere a cualquier cosa que recordamos automáticamente, cómo amarrarse los zapatos o identificar a una persona por su voz. Pero la memoria implícita también puede ser emocional: Uno se puede sentir automáticamente a gusto, cálido y contento cuando huele algo que se está horneando, sin conscientemente recordar que su amada abuela solía hornear cosas habitualmente.
El aspecto emocional de la memoria implícita es la razón por la cual el apego enriquecedor y las asociaciones positivas con los pequeños tienen un impacto tan poderoso en su futuro. Si le haces una hermosa fiesta al niño para su primer año y sientes algo de tristeza porque no la recordará, anímate: Puede que no recuerde el evento, pero si lo expones con constancia a reuniones felices y amorosas con la familia y amigos, formará recuerdos implícitos que conectan este tipo de reuniones con sentimientos de felicidad y pertenencia.
¿Qué puede hacer el Padre/Cuidador para desarrollar la memoria del niño?
Nuestro programa BabySparks tiene actividades específicas de memoria (tales como “Juegos de memoria” y “Recordando aventuras”), pero la memoria y el aprendizaje están entrelazadas y es así como bastantes horas de juego ejercitan la memoria de tu pequeño. La lectura interactiva, el establecer rutinas, y el enseñar el auto-cuidado independiente, fortalecen las tareas relacionadas a la memoria como lo son la predicción y la secuencia. Tener conversaciones de calidad frecuentes con los niños, les ayuda a recordar palabras. El enfocarse activamente en la misma cosa siendo niño les ayuda a recordar las cosas por más tiempo. Un sueño adecuado (especialmente las siestas de calidad) también ha demostrado mejorar la memoria.
En lo que se refiere a lo implícito, los recuerdos emocionales que forman la visión del mundo del niño y la receptividad constante y afectuosa, crean un recuerdo duradero de que uno está a salvo, es amado y es competente – un recuerdo con efectos duraderos y de gran poder sobre todos los aspectos del futuro del niño.